viernes, 5 de febrero de 2010

Aquel salón

Voy a ir publicando las prácticas del Taller de Novela Corta que estoy haciendo. Ésta fue la primera.


Al entrar pensé que me había equivocado de lugar. Eché un vistazo, hablé con otra persona que lucía desorientada y comprobé que estaba en el lugar correcto. En seguida apareció una jovencita que me indicó dónde quedaba el aula que buscaba. La puerta estaba abierta, así que pasé sin anunciarme. Después de los saludos de rigor sentí que el clima estaba perfecto. Quizá un poco frío, pero como llevaba abrigo no me incomodó. Sobraban demasiados pupitres. Alcancé a contar dieciséis para una audiencia que no alcanzaba llenar un tercio de las sillas. El beige y el azul de las paredes transmitían tranquilidad. La cartelera vacía fue lo que más llamó mi atención. Me sentía muy a gusto allí. Más de una vez pensé que la temperatura del aire acondicionado era ideal. El ruido de los carros que peleaban por pasar primero afuera era casi imperceptible. Había dos escritorios en el lugar, tal vez por eso el profesor no se sentó mientras duró la exposición. Tal vez no podía decidirse por alguno. Ya casi al salir descubrí un mueble equipado con un televisor, que se ocultaba a la espalda de una compañera. Sin duda aquel era un lugar particular. Al salir no pude evitar otra mirada curiosa a la cartelera vacía.

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