jueves, 23 de octubre de 2014

Sueños rotos



Escribo estas líneas casi sin pensar. Me embarga una profunda tristeza. Estoy molesta. Me siento frustrada. Harta. Ya mi país, ese en el que nací y crecí no existe más. Hace dos años una parte de mí se fue de allí, pero la  otra se quedó.  Desde entonces, de allá hasta aquí, sólo llueven malas noticias. Cada vez que el teléfono suena pienso lo peor. Cada vez que un mensaje empieza con la frase “te acuerdas de fulano..?” o “sabes zutana la que…?” sé que lo que me van a decir a continuación es que algo malo le pasó. 

Hace dos meses me enviaron un mensaje, de esos que uno prefiere no recibir, para decirme que una muchacha muy querida, que siempre me consentía en el lugar en el  que trabajaba antes de venirme, había perdido a su hija en un accidente de tránsito cuando regresaba en un carrito por puestos de un viaje a Cumaná. Un conductor irresponsable acabó con sus sueños a los 23 años. Se me rompió el corazón y abracé desde la distancia a mi amiga y su familia.

Hace dos horas el teléfono volvió  a sonar. La desgracia tocó de nuevo la puerta de mi antiguo trabajo. La de una joven madre de familia, una persona muy  especial que siempre se asomaba a mi puerta a preguntar si ya había comido o si quería un café o un té. Ayer su hijo mayor, también de 23 años por esos extraños caprichos del azar, pagó con su vida ingresar a las estadísticas rojas de la delincuencia. Iba cabalgando sus planes y metas sobre su modestísima moto y una bala derramó sus ilusiones sobre el asfalto.  Le robaron la vida, la moto, la ropa, los sueños.  Lo dejaron ahí tirado y se paró el tiempo. 

A ti también te abrazo desde aquí.

Dolor, impotencia, coraje.

Impunidad.

miércoles, 16 de julio de 2014

Echo en falta



En días pasados, mientras esperaba dentro del carro en una concurrida calle de esta ciudad,  en la radio comenzaron a sonar las primeras notas de alguna canción de Manolo García y me invadió de inmediato un estado de profunda melancolía. Sentada en el carro a las 9 y 30 de la noche pensé esa misma escena en Caracas y me invadió la tristeza. Allá eso sería imposible, aunque tuviese las ventanas arriba y el carro en primera porsia, sería imposible. Y en esa calle, en un carro prendido y sentada en el puesto del copiloto pensé en mi infancia, en el país de mi infancia, y sólo encontré recuerdos felices. Libertad. Juegos al sol. 

Recordé cuando bajaba a jugar con mis amigos del edificio. Cuando pasábamos la tarde montando bicicleta y lanzándonos por una bajada enorme y deliciosa para ir en bici sin frenos, y nuestra única preocupación era avisarle al que venía bajando si tenía luz verde o debía esperar porque venía un carro. Pensé en las excursiones que hacíamos por la pequeña montaña situada frente a nuestro edificio  -que para nosotros en aquella época era más grande que el Ávila- , en el árbol de mango en el que tantas veces nos encaramamos, en el de mamón, en los juegos de kicking ball, en el señor Parra – al que siempre la cantábamos la canción de espárragos que cantaba Alf-  y pensé en mis primos. 

Pensé en lo distinta que sería, y estaba siendo, la niñez de mi sobrino. En la distancia. En que no crecerá junto a sus primos ni su abuela ni sus tíos. Pensé en que los recuerdos de su infancia serán muy distintos a los míos. Estarán llenos de ausencias. Sobrarán amigos y faltará familia… esa familia querida que protagoniza los mejores momentos de mi vida y a la que siempre consigo abrazar en mis recuerdos. Faltaremos muchos en las fotos de sus momentos felices. Faltaré yo en su primer cumpleaños, tal vez en todos. 

Yo falto, tú faltas, él falta, nosotros faltamos, vosotros faltáis, ellos faltan.

lunes, 7 de julio de 2014

Óscar Domínguez, imprescindible



TEA Tenerife Espacio de las Artes exhibe la exposición “Óscar Domínguez: entre el mito y el sueño”.  La muestra recorre, a través de 30 de las más significativas obras que realizó el artista canario – entre las que destacan La bola roja, 1933; Le Dimanche, 1935; Autorretrato, 1933 y Cabeza de toro, 1941-, la prolífica producción artística de uno de los pilares fundamentales del surrealismo en España. 

Óscar Domínguez (Tenerife 1906- París 1957) es sin duda uno de los artistas más importantes que ha nacido en Canarias y, es también, uno de los que más se ha nutrido de elementos insulares y así lo ha reflejado en su obra. Aunque se marchó a París con 23 años y allí se estableció hasta el último de sus días, Tenerife estuvo siempre presente en sus trabajos como elemento vital. En la iconografía personal que construyó destacan como elementos protagónicos lo volcánico y lo canario.

Recorrer los distintos espacios que conforman la exhibición es un ejercicio de deleite, y una lección magistral sobre la evolución pictórica y creativa del  atormentado artista que, sintiendo que no encontraba su lugar en este mundo y descolocado por la acromegalia que padecía, acabó con su vida a los 51 años. 

Las pinturas, objetos surrealistas, fotografías, libros y materiales audiovisuales que componen la muestra permiten examinar su forma de trabajar, las diversas etapas por las que transitó (primeras pinturas de juventud; composiciones surrealistas; pinturas cósmicas; período metafísico; asimilación del estilo picassiano; técnica del triple trazo y etapa informalista final), y muchos de los elementos que más influyeron en su particular forma de ver la vida.

La muestra da cuenta de la etapa artística de Domínguez bajo la influencia directa de Salvador Dalí; refleja también la admiración que -como tantos otros artistas- profesó a Pablo Picasso, al tiempo que subraya la importancia que para él tenía el dibujo y el protagonismo que ocupó la técnica de la decalcomanía –creada por él mismo y adoptada por algunos otros surrealistas- en su pintura. 

Algunos de los elementos iconográficos más representativos de su obra - sifones, abrelatas, el Drago y el revólver-  junto a reproducciones de fragmentos de dibujos realizados por el artista, componen la propuesta de Isidro Hernández Gutiérrez, Jefe de la Colección TEA Tenerife Espacio de las Artes y Comisario de la exposición. 

 “Domínguez: entre el mito y el sueño” es una exposición permanente, gratuita para residentes canarios y se puede visitar de martes a domingo entre las 10 y las 20 horas.