martes, 20 de diciembre de 2011

Bautizo de la polaca ñera

Hoy te bautizaron y yo no pude estar, pero mi corazón estuvo contigo todo el día. No te cargué ni te besé ni me tomé una foto contigo, pero te imaginé acalorada, risueña, contenta , conversadora y feliz de brazo en brazo. Imaginé los momentos felices que vivió nuestra familia hoy y formé parte de la celebración. Porque como todos los que sí estuvieron, te quiero inmensamente y hasta esa hermosa iglesia de Pampatar se trasladaron presurosos mi mente y mi corazón.
El amor, libelulita adorada, no sabe de fronteras, de tiempos ni de distancias.
Hoy estuvimos contigo, escuchamos tu risa, celebramos tus gracias y calmamos tu calor.
Hoy, a pesar de no estar, estuvimos todo el tiempo.
Yo desde Tenerife y tu abuelo y tu tío desde el cielo, desde ese mismo cielo margariteño azul, inmenso y despejado de hoy.
Besos volados y mariposas de colores.
Dios te bendiga.

martes, 4 de octubre de 2011

Raúl Humberto

Estás en todos los recuerdos de mi infancia. Luego, apareces como una referencia, un modelo, creo que hasta como un ídolo. Eras el líder, comandabas la pandilla. Literalmente tú mandabas. Hay tantas anécdotas, tantos cuentos, tantas vainas locas vividas. La vez que me engañaste tan cruelmente para que fuera al Safari Carabobo, el primer cigarro, bueno, los primeros. Las subidas al techo en Myromar, los fosforitos, los cachorros de Margarita, la caña de azúcar, las gallinas, los pollitos. Las conversas interminables, Simple Minds, Video Color Yamín, el Cine Altamira, la Caribe, Galipán. Mil historias. Una vida juntos. Otra separados. La vida que pasó y nos fue alejando. Los abrazos que nunca más nos dimos. La distancia que forjamos. Los recuerdos que permanecen. La nostalgia. La tristeza. Los chinches que vendimos en la playa. El tiempo que no regresa. El silencio. La distancia. ¿Queda todo cuando ya no queda nada?

Te quise, te abandoné, me abandonaste.

Te fuiste, escogiste, me soltaste.

Te adoré, te admiré, nos dejaste.

Mi primer gran amor. Mi primo mayor.

Descansaste.

sábado, 23 de julio de 2011

El momento justo

Finalmente lo hice. Unos quince años fueron tiempo suficiente para tomar la decisión. Me desarrollé muy temprano y desde una época mucho más lejana que el resto de mis contemporáneas, estuve cargando con un peso que, en definitiva, creo que no me correspondía. Todavía no se bien cómo me siento, no he terminado de acomodarme en mí, no ha sido complicado, pero sí un poco doloroso y extraño. Estoy feliz, eso es seguro, más ligera, liviana, rara. Eso es, me siento rara. Ha sido un proceso muy emocionante. Sin duda, ha sido la decisión más importante que he tomado. Y todo el proceso de tomarla fue fascinante. Dependió enteramente de mí y eso es algo que me gusta y me ha hace sentir muy bien. Ser autónoma, independiente, determinada y valiente me hace sentir orgullosa de mi misma. Lo logré. es todo lo que puedo decir por el momento. Tengo una familia, una pareja y unos doctores maravillosos y eso hace que todo luzca aún mejor. No estoy solamente feliz, estoy feliz y agradecida.

Me siento bien, complacida, aliviada. Esperé tanto este momento. Últimamente he pensado que más bien esperé demasiado, pero creo que las cosas no suceden antes ni después, todo pasa en el momento justo.

viernes, 20 de mayo de 2011

Correr bajo la lluvia

Hoy llegué al parque tempranito y arrancó a llover. Decidí quedarme, mojarme, correr bajo la lluvia. Como los niñitos, que adoran bañarse con manguera o salir al jardín cuando llueve, disfruté un montón. En mitad de la primera vuelta me cuestioné si era una imprudencia, si acabaría enferma, pero deseché en segundos esos pensamientos, poco me importaron. Estaba muy contenta. Aceleré el paso. Incluso di dos vueltas. Terminé mi entrenamiento de acuerdo lo previsto pero salpicado de alegría, húmedo, salado. Sólo entonces advertí que empaparía el asiento del carro. Tampoco me importó. Corrí feliz, ligera, saboreando las gotas que corrían por mi cara. Fue maravilloso, rico, pleno. Decidí entonces saciar el antojo de la semana, y me fui a la panadería de costumbre a comerme ese cachito con el que estaba soñando desde el lunes. Como diría Beatriz, el verbo cundir es un bonito verbo, y al salir del parque en mí cundía la alegría.

No importa qué edad tengamos, nunca es demasiado tarde ni estamos demasiado viejos para disfrutar un palo de agua, cantar, saltar o correr bajo la lluvia es una experiencia que nadie debería perderse.

jueves, 19 de mayo de 2011

Dos años

Hoy es un día importante. Ya son dos años en esta ruta hacia la delgadez, hacia una vida nueva. Son 730 días, muchos kilos menos y ahora full ejercicio. Ha pasado de todo en estos meses, algunas cosas buenas, otras no tan buenas y otras más bien malas, tristes, dolorosas. He descubierto maravillas en estos 24 meses, ahora hasta participo en carreras 5, 10 y 12.5 K. Me apasiona correr, sudar, drenar, descargar, eliminar toxinas. Estoy vacilando muchísimo esta etapa. Hasta estoy madrugando para tal fin (cuándo en mi vida?). Estoy contenta, atenta, satisfecha. Estoy pendiente de lo que como, de los excesos, de no pasarme de la raya. Estoy disfrutando las nuevas tallas en las que ahora logro acomodarme. Duermo mejor, sonrío más, soy más feliz. Cuando uno se ha sudado cada paso, cada aproximación a la meta, y finalmente llegas y abrazas el objetivo la cosa es mucho más sabrosa. Se disfruta más, provoca comérsela de a poquito, despacito.
Nada, que hoy celebro de nuevo casi un cumpleaños y quise compartirlo con ustedes.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Sobre la vejez

He estado pensando mucho en la vejez. He estado en contacto muy recientemente con personas mayores, enfermas y desvalidas, cuya situación me ha hecho reflexionar sobre ese tema. Naturalmente, si no se interponen en el camino enfermedades tempranas, accidentes mortales o lesiones inesperadas, envejecer es lo que a todos nos espera. Y no me preocupa la vejez como número, cumplir más años, no se trata de la edad. Se trata de los padecimientos y limitaciones que están a ella asociados. No poder valerme por mi misma es algo que me aterra. Perder la razón, el simple hecho de pensarlo, me espanta.

Es cierto que muchas personas tienen una vejez tranquila, sin demasiadas complicaciones, más bien feliz y rodeada de hijos, nietos y seres queridos. Pero también hay otro grupo confinado al olvido, que no recibe atención ni cariño. Excepto para los hijos, y eso cuando la cosecha sale buena, los viejos (o los ancianos, como diría Beatriz) son vistos como una carga, como un bulto que todos quieren esquivar. Llegar solo a la vejez, a la ancianidad, debe ser sin duda la mayor de las tragedias.

En la plenitud de la vida, en el furor de la lozanía y del éxito muy probablemente ese territorio inexplorado es por muchos visto como un lugar lejano en el que ni siquiera vale la pena pensar, una preocupación absurda cuando falta tanto para que llegue. Y resulta que hay que pensar en eso. Hay que trabajar para ir atesorando afectos y solvencia económica que ayuden a responder cuando llegue el momento.

A veces pienso que la decisión de no tener hijos pudiera oscurecer más ese panorama, aunque tenerlos tampoco sea garantía de nada. Lo que siento es que ahí si juega la pareja un papel fundamental, pero eso es algo en lo que también hay que trabajar. Trabajar con ahínco y entrega, abonar el terreno del amor, la honestidad, la fidelidad y la confianza para no envidiar el huerto ajeno llegado el momento.

Muchas personas temen envejecer solas, pero no hacen nada para remediarlo. Le echan la culpa a la suerte, a la mala en este caso, y no entienden que el problema está dentro de ellas. Que nada es gratis. Ni siquiera el amor. Que nadie se merece aquello por lo cual no ha trabajado y que sólo se puede recibir a cambio lo que se ha dado.

Y el tiempo, el tiempo pasa muy deprisa, no espera a nadie.

sábado, 19 de marzo de 2011

Silvana

Te tomaste tu tiempo, no tenías ningún apuro y por fin naciste hoy. Nos tenías a todos con los nervios de punta, el corazón acelerado y envueltos en una emoción indescriptible. Te queremos tanto, te esperamos con tanta ilusión. Nos imaginábamos tu cara, tus formas, tu olor, el color de tu pelo, tus ojos, tus pies, el sonido de tu llanto. No te imaginas en tu cunita, envuelta en tu hermosa cobijita, o acurrucada en el regazo de tu mami, cuanto amor has despertado en nosotros con tus 52 centímetros y tus tres kilos y medio, mucho más de lo que cabe en este post. Pareces un duraznito, un repollito. Tan rosadita, pequeña, despierta y suave. Tan tierna y frágil. Nos tienes tan embobados, muchachita. Tan enamorados de la vida. De ti.

Eres tan dulce y bonita. Tan afortunada. Tan querida y esperada. Tantas veces te imaginamos, niñita amarilla. Pero la realidad nos superó, eres más hermosa de lo que alcanzamos a soñar. Eres una maravilla. Un regalo del cielo. Una bendición inmensa. Una muñeca, enana.

Eres divina, Silvana.

viernes, 18 de marzo de 2011

Días felices

Hay días que simplemente se parecen a la felicidad. Días en lo que nos inunda una ola de optimismo, esperanza y alegría. Días en que no hay nada que pueda perturbarnos. Días en lo que el cosmos hace trampa, nos quita los escombros del camino y todo sale bien. Días en los que somos plenamente conscientes de la fortuna que representa estar vivos, sanos. Días en los que la familia y los amigos cobran especial importancia y significación. Días en los que sentimos que el pasado y lo malo pasó definitivamente. Días en los que nos provoca decirle a la gente cuánto nos importa. Días en los que nuestras metas y objetivos brillan tan claros y tan cerca. En los que las cosas que nos hacen infelices, a ratos, se ven tan pequeñas. Sólo lo bueno, lo positivo, aquello que nos deja algo y nos convierte en mejores persones debe importarnos en realidad. Lo demás sobra, estorba. Lo demás, mejor lo apartamos del camino, lo hacemos a un lado o le pasamos por encima. La vida es demasiado corta y pasa tan violentamente, que es un desperdicio malgastar tiempo siendo infelices, sufriendo.

Cuando nos toca la fortuna, con uno de esos días, deberíamos memorizar la sensación, guardarla bajo llave en el cerebro y en el corazón y refugiarnos ahí cuando la partida venga mala.

Sí, hoy me tocó un día de esos y pienso alargarlo lo más que se pueda.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Sueño que sueño

Y de pronto me invade una melancolía inmensa y sueño. Imagino que sucede y, sí, viene en camino un hijo nuestro. Y me sonrío de lado y una lágrima solitaria sale al ruedo. Y pienso que sería bello. Y como es mi sueño, lo modelo. Imagino que tiene tu cara, y tu pelo. Tu sentido del humor, tu desenfado, tu corazón y tus dedos. Que lo enseñas a amar, a reír, a perdonar. Que lo educas en la bondad, en el amor, en los juegos. Que lo enseñas a soñar y a cabalgar tras sus sueños. Que saca lo mejor de ti y tus mismos sentimientos. Ese color de tu voz, esa mirada, esos gestos. Esa risa al despertar, que es un regalo completo. Y lo miro tan real, casi lo toco, lo beso. Y lo contemplo con calma y escucho en paz sus silencios, y hace una mueca de lado y noto que está sonriendo. Y empiezo casi a temblar y me descubro en su cuerpo, en su manera de andar, camina casi corriendo y pica el ojo al voltear como siempre suelo hacerlo. Y los sueños, sueños son, y qué si sueño despierto. Y qué si decido hacerlo realidad y que ya no sea un sueño?

martes, 1 de marzo de 2011

Piezas


He llegado a la conclusión de que a veces en las historias, en la vida, hay piezas que faltan. Piezas que nunca existieron o que desaparecen para siempre y aunque uno se empeñe en encontrarlas o se cuestione una y mil veces qué sucede, simplemente no aparecen. Tal vez por eso, por ese necio empeño en encontrarlas, hay situaciones, acciones y escenas que se repiten de manera permanente. Y muchos pensarán que es que hay algo que aprender y no hemos dado con el qué, otros más soñadores se pasearan por la idea de que hay historias que se quedan abiertas de por vida y que serán siempre importantes y algunos otros simplemente se frustran al concluir que algo en ellos falla para no poder cerrar el ciclo, la historia, el circulo, el vicio. Es un asunto complicado, sin duda. Sin embargo creo que es sólo cuestión de tomar una decisión. Es absurdo dedicar la vida a un asunto tan puntual. Hay que aprender a pasar la página, a perdonar, a olvidar y desechar las esperanzas por eso que no fue. Sí, suena más fácil de lo que es, pero no se trata de algo imposible. De verdad siento que hay que ir, como leí por ahí alguna vez, lo más ligero de equipaje que se pueda. Tratar de ser feliz y no anclarse en la desdicha, el sufrimiento, la duda ni el dolor. Y las historias inconclusas, abiertas, hirientes, pesan demasiado. Son una carga muy grande y fastidiosa. Hay que soltar sin volver la cara y seguir adelante.

Entendí que no todo tiene un por qué, una explicación, hay cosas que simplemente pasan. Pero teníamos una vida antes de eso, no?

lunes, 10 de enero de 2011

2011



Poco he aparecido por aquí últimamente. En realidad he estado medio desconectada de todo. Estaba disfrutando a las personas que más quiero y, más recientemente, degustando como hace tiempo no hacía unas navidades deliciosas e inolvidables. He estado viajando por lugares muy queridos con personas que lo son mucho más. Pensando, leyendo, comprando libros. Amando, agradeciendo, extrañando. Definitivamente ha sido una temporada deliciosa. Renovando objetivos, metas, planes, proyectos. Revisando y afinando los que ya estaban en curso. Recargando baterías para este año que comienza, y que desde temprano anuncia que fácil no será.

2011 va a ser determinante para mí. Vienen cosas buenas. Decisiones importantes. Cambios. Aunque antes de empezar anunciaba tempestades, va a ser bueno. Aunque no le tengo confianza a los números impares, no sé por qué, porque no soy supersticiosa y nací en un año impar, y fue un año par uno de los más complicados de mi vida, vaya no sé quién a saber por qué no me gustan. Pero este va a ser bueno. A pesar de los sinsabores que ya comenzaron, sé que va a ser un gran año para mí. Año de matrimonios, de nacimientos más que esperados, de triunfos, de graduaciones (la mía, espero). Todo eso me invita a pensarlo como un gran año.

Cada quien lo puede convertir en lo que quiera. Todavía es una hoja en blanco en la que cada uno puede escribir su propia historia. Quedan aún 355 días con los que podemos hacer cualquier cosa, excepto desperdiciarlos.