lunes, 21 de octubre de 2013

¡Con la boca abierta!

Hace unos días fui testigo de un hecho extraordinario. Un señor mayor, aquí en Tenerife, es un apasionado de la música y un enamorado de Venezuela. Resulta que desde hace 6 años tiene en sus manos un disco maravilloso, de un cuatrista que le fascina y que aparece identificado como Eloy Mejía. El señor lo ha googleado, le ha preguntado a sus amigos músicos en Venezuela, ha intentado seguirle la pista al cuatrista y nada. Nadie lo conoce.

Pues la semana pasada se celebró aquí “Una semana con sabor a Venezuela”, y una de las actividades consistió en una ponencia, un taller y un recital de cuatro. Para ese día, de Caracas se vino Eladio Mujica, guitarrista, cuatrista y director del conservatorio “Juan José Landaeta”. La actividad no pudo salir mejor, Eladio es un virtuoso del cuatro y la guitarra y un erudito del folclore venezolano.

En una reunión en casa de una amiga, el jueves pasado, Don Antonio sacó el cuento a colación y se trajo el disco para que lo escucháramos. Pues resulta que en lo que llegó el invitado de honor de la noche, Eladio, agarró en disco que estaba en la mesa y preguntó “de dónde sacaron esto?”. Todo el mundo se extrañó…pero lo que vino después nos termino de hacer llegar la quijada al piso. Eladio Mujica nos dijo que ese era él, que ese concierto lo dio cuando tenía 17 años y que estaba mal identificado. "Eloy Mejía no existe, el intérprete soy yo".


Increíble lo caro que puede salir un error. Mágica la casualidad que por fin resolvió el enigma. Indescriptible la cara y la satisfacción de Don Antonio.

martes, 20 de agosto de 2013

¡Bienvenido, amor!


Cuando supe que ibas a nacer sentí que la vida completaba su ciclo, que la felicidad me alcanzaba ahora sí para siempre. Saber, además, que yo era tu madrina me llenaba de orgullo, alegría y emoción. Desde que anunciaron tu llegada algo en mí cambió. Eras la mejor noticia que jamás había recibido. Eres el amor más grande  que he conocido.

Las malas noticias y complicaciones que nos anunciaron pronto me hicieron sufrir lo indecible, ni siquiera vale la pena tratar de explicar cuánto, pero saber que Dios estaba y está con nosotros me infundía una seguridad y una fuerza poderosa y gigante.

Ahora que ya estás con nosotros  ¡ay!, veo tu carita, tus manos, tus pies, tu boca…te contemplo entero y tengo la certeza de que los milagros existen. Siento que tengo el corazón inmenso, que está rebosado de ti. Te quiero tanto, me dueles tanto.

Pero no te confundas, esto no es un lamento, es una declaración de amor.

Te amo, sobrino. Te bendigo, ahijado. Te agradezco, Dios. Estoy en deuda contigo, Virgencita.

sábado, 10 de agosto de 2013

Andrés Eduardo

Hoy es un día feliz. Nació mi sobrino, mi ahijado. No sé describir el sentimiento. Es una emoción indefinible. Un estado máximo de excitación. 

Lo duro es que por ahora todo son fotos, cosas de la distancia. Todavía no puedo olerlo ni besarlo. Por el momento no podré estrecharlo en mis brazos.

Lo único cierto es que es perfecto. Es la exacta definición del amor.

jueves, 2 de mayo de 2013

Esa gente


Hay gente que se toma las cosas como si en ellas se les fuera la vida, pero no se da cuenta que lo único importante es, precisamente, que la vida se nos puede ir en cualquier momento.

Esa gente debería aprender a disfrutar un bonito atardecer, a escuchar el mar, a reír a carcajadas y a llorar.

Esa gente debería aprender a diferenciar lo importante de lo esencial y lo básico de lo fundamental.

Esa gente debería aprender que la soberbia es traicionera, porque puede nublarnos la vista y hacernos pensar que ganamos la batalla sin dejarnos ver que perdimos la guerra.

Esa gente, que se refugia en el rencor y se protege con la amargura y el desprecio, debería aprender que el cielo de hoy puede que no lo miremos mañana, y que el silencio sostenido tiene la particularidad de que puede volverse eterno.

Esa gente no sabe diferenciar la torpeza de la maldad ni la rabia de la vileza. Esa gente juzga con severidad, se cree dueña de la verdad y se jura infalible.

Esa gente debería considerar que pudiera no haber otra oportunidad y que la vida es ser y estar...pero es también aprender a perdonar.

viernes, 15 de febrero de 2013

No todo cabe en la maleta



Llevo casi tres meses viviendo fuera del país, y nada ha cambiado. O sí, todo se ha puesto peor. Mi país es un territorio en guerra, aunque esa no es precisamente la novedad. La novedad es el recrudecimiento de la violencia, del ensañamiento, la novedad es que desde afuera la cosa se ve peor.  Ver como aumentan la cifras de asesinatos,  es desgarrador. Sentir que quisiera estar allá, pero que menos mal que estoy aquí es una sensación muy rara, desagradable.  Yo sé que mi país está vuelto mierda, que el Gobierno lo ha hecho pedazos, pero es mi país, el único que tengo y me duele, sí, lo digo sin ninguna vergüenza, me duele. Y desde la distancia duele más. 

Es aterrador leer diariamente que mataron a fulano, a zutano, a mengano. Muchas veces son personas desconocidas, estadísticas que engrosan los índices de criminalidad, pero cada vez el círculo se cierra más y la única opción es rezar, encomendarse a todos los santos, cada quien a sus muertos, para que hoy no le toque a nadie conocido y mucho menos a nadie de la familia. 

¿Irse, quedarse?  Al final la cosa no es tan sencilla, o es que toda la familia cabe en la maleta? Pues no. Yo estoy aquí, bien, pero al final mi mamá, por ejemplo, está allá, así que la mitad de mí está aquí y la otra allá…y así son casi todos los casos. Así que la cosa tampoco se resuelve simplemente con un exilio voluntario, sea temporal o definitivo.

El problema tiene raíces profundas, de esas es que hay que ocuparse, porque preocuparse no sirve de nada.