lunes, 18 de enero de 2010

Tiempo de reflexión

Mi vida está por cambiar. Estoy en un momento de toma de decisiones importante. Estoy haciendo un análisis de todo lo que he hecho, de lo que estoy haciendo y de lo que quiero hacer. En algunos ámbitos me siento satisfecha, pero en otros no del todo, en otros me siento estancada. Siento que por hacer lo que debo, por pensar tanto las cosas, por aprovechar algunas oportunidades e incluso disfrutar el momento he dejado de lado intereses y proyectos de esos que de verdad nos alimentan como ser humanos y nos hacen parecernos más a eso que soñamos ser. Siento que he dejado de lado las cosas que me apasionan. Que he dejado de perseguir mis sueños. De soñar no, pero de actuar en consecuencia sí. Y no se trata del país, de la política, del Gobierno, no. Se trata de algo mucho más complejo. Se trata de postergar acciones, decisiones e ilusiones. Se trata de decisiones personales que siempre terminan pasándonos factura.

Ahora tengo que tomar una decisión que debo meditar bien, porque tomarla con el corazón o con el estómago parece no ser lo más correcto (como en casi todos los casos). Pero en realidad lo que me provoca es dejarlo todo, salir corriendo (a la mayor velocidad que pueda) e ir tras mi destino, mi mayor sueño. Ir tras el resumen de todos mis anhelos.

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