Desde hace
unos días, la publicación en YouTube de un video de un grupo de jóvenes que
expresan sus inquietudes sobre la realidad caraqueña y la posibilidad de
mudarse de país, ha desatado una cayapa colectiva y unas reacciones tan
violentas que han provocado que a muchos se nos enciendan las alarmas con
respecto a la intolerancia que marca la pauta en esta ciudad, y en general, en
todo el país.
No logro
entender todavía qué es lo que ha desatado tanto odio y rechazo. Desde mi punto
de vista, se trata simplemente de un grupo de jóvenes contando la situación
desde su perspectiva. Un grupo de caraqueños que tuvo la necesidad de expresar
por qué se les hace cuesta arriba la vida en su ciudad. Un grupo de muchachos
que relata la experiencia de no poder disfrutar el lugar en el que vive, de
estar constantemente azotados por la inseguridad. Unos cuantos chicos que
reclaman, con todo el derecho que les asiste, mejoras en la calidad de los
servicios públicos. No veo cuál es el delito ni el pecado ahí.
No entiendo
por qué ha generado tantas opiniones en contra. No me parece que digan nada que
no sea cierto. Es mentira que cada vez que caen cuatro gotas de agua en Caracas la ciudad colapsa? Es mentira que no podemos salir en las noches a disfrutar la ciudad? Es
mentira que las cosas no funcionan como deberían? Es mentira que a veces no
sabemos si tenerle más miedo a los ladrones que a los policías? O es que acaso
vivimos en el país de las maravillas?
Encuentro
que hay mucha más verdad en los protagonistas del video que en quienes los
atacan. Estoy segura de que más de uno piensa o ha pensado que Caracas sería mejor
sin la gente, que los venezolanos somos súper escandalosos y bulleros y que a más
de uno le molesta cuando los demás aplauden cuando el avión aterriza en su
destino. La diferencia es que ellos lo dicen.
Por otro
lado me pregunto, ¿qué otras cosas aparte de las ahí mencionadas se supone que
deberían inquietar a unos chicos de 20 ó 21 años? Deberían estar haciendo
disertaciones profundas y filosóficas? O hablar solamente de la hambruna en Somalia o de
las matanzas en los barrios capitalinos, que no han vivido y tampoco los toca,
en este caso, de cerca y que, de paso, no sólo ocurren en los barrios? No viven también la amenaza constante de ser
secuestrados, asaltados o violentados de cualquier otro modo? No son
venezolanos también y tienen el mismo derecho que cualquiera a contar aquello
que les aqueja? O es que pertececer a "cierta y determinada clase social" (como he leído en más de uno de los mensajes violentos en su contra) los inhabilita como ciudadanos?
No tengo
ninguna relación ni afinidad particular con la pieza, pero sí creo que la gente
es libre de expresar lo que quiere, siente y necesita. Uno puede, o
no, estar de acuerdo con las ideas del otro, pero no tiene derecho a
ofenderlo ni a descalificarlo ni mucho menos a insultarlo ni amenazarlo por no
pensar igual. Y yo pensaba que en eso estábamos todos de acuerdo, pero no, la violencia y la intolerancia galopante en este país tiene muchos más matices que el color rojo y la política, y lo que es peor, cimientos más sólidos y profundos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario