miércoles, 16 de julio de 2014

Echo en falta



En días pasados, mientras esperaba dentro del carro en una concurrida calle de esta ciudad,  en la radio comenzaron a sonar las primeras notas de alguna canción de Manolo García y me invadió de inmediato un estado de profunda melancolía. Sentada en el carro a las 9 y 30 de la noche pensé esa misma escena en Caracas y me invadió la tristeza. Allá eso sería imposible, aunque tuviese las ventanas arriba y el carro en primera porsia, sería imposible. Y en esa calle, en un carro prendido y sentada en el puesto del copiloto pensé en mi infancia, en el país de mi infancia, y sólo encontré recuerdos felices. Libertad. Juegos al sol. 

Recordé cuando bajaba a jugar con mis amigos del edificio. Cuando pasábamos la tarde montando bicicleta y lanzándonos por una bajada enorme y deliciosa para ir en bici sin frenos, y nuestra única preocupación era avisarle al que venía bajando si tenía luz verde o debía esperar porque venía un carro. Pensé en las excursiones que hacíamos por la pequeña montaña situada frente a nuestro edificio  -que para nosotros en aquella época era más grande que el Ávila- , en el árbol de mango en el que tantas veces nos encaramamos, en el de mamón, en los juegos de kicking ball, en el señor Parra – al que siempre la cantábamos la canción de espárragos que cantaba Alf-  y pensé en mis primos. 

Pensé en lo distinta que sería, y estaba siendo, la niñez de mi sobrino. En la distancia. En que no crecerá junto a sus primos ni su abuela ni sus tíos. Pensé en que los recuerdos de su infancia serán muy distintos a los míos. Estarán llenos de ausencias. Sobrarán amigos y faltará familia… esa familia querida que protagoniza los mejores momentos de mi vida y a la que siempre consigo abrazar en mis recuerdos. Faltaremos muchos en las fotos de sus momentos felices. Faltaré yo en su primer cumpleaños, tal vez en todos. 

Yo falto, tú faltas, él falta, nosotros faltamos, vosotros faltáis, ellos faltan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario