martes, 26 de enero de 2010

LEO LEO LEO LEO!

Hay gente que en estos días no hace más que decir que qué bolas tienen algunos de estar pendientes del béisbol mientras el país se cae a pedazos y tal, que el venezolano no quiere a su país y una sarta de pendejadas a las que no les paro ni media bola. A esa gente le digo que debería más bien ir alguna vez al estadio y ver cómo la gente se comporta, se relaciona, se emociona y vive el momento. Yo creo más bien que lo que pasa en el estadio (con algunas excepciones, como en todo) es lo que debería replicarse a escala nacional. Ver lo que sucede ahí entre caraquistas y magallaneros es una muestra de respeto, cordialidad y civismo que al parecer sólo se encuentra en ese lugar mágico en el que hasta se acabó la guachafita de estarle echando las cervezas encima a los demás y estar fumando y obligando al de la silla de l lado a calársela. No señor, puedes echarte tus palitos pero sin molestar al otro, sin mojarlo, sin bañarlo y por supuesto que puedes nebulizarte, pero en una zona destinada para eso. La pelota criolla saca lo mejor de los venezolanos. Es muy simpático ver a hermanos, primos, amigos, padres e hijos que van juntos al estadio y disfrutan el juego y gozan un puyero aunque cada quien tenga la camisa o la gorra o el vaso o tenga el corazón en el equipo contrario. Esa es la Venezuela que yo quiero. No quiero la que tengo ahorita ni tampoco la que me dicen que sería mejor, pero en la que se arrechan porque entre tanta vaina y tanto peo uno se sienta orgulloso de ser venezolano y de celebrar el deporte nacional. Esa no va. Y Caracas campeón no joda!

viernes, 22 de enero de 2010

¿Me estoy poniendo vieja?

He leído hasta la saciedad que debemos cuidar nuestra piel. Que debemos protegernos de la exposición solar y sobre todo que debemos hidratarla y humectarla. La verdad yo nunca he sido fanática de las cremas y hasta los veintitantos agarraba unas insolaciones espantosas y se me pelaba horrible. Mi abuela y mi tía siempre me repetían "niña eres demasiado blanca y eso no está bien, no sabes lo que haces, cuídate". Y yo "ajá". Sinceramente desde hace varios años soy súper cuidadosa cuando voy a la playa y me protejo muchísimo del sol. Aunque en mi vida diaria no le paraba mucho al asunto. Hablo en pasado porque hoy comencé algo que espero poder convertir en costumbre, rutina, hábito. Estrené esa crema para la cara que tanto quería y que mis hermanos me regalaron en diciembre y me coloqué crema humectante en todo el cuerpo. La verdad no fue para nada desagradable no me quedé empegostada ni tuve que esperar dos horas para vestirme. Me fue súper bien y hasta me gustó. Algunos dicen que ya no soy ninguna carajita y que tengo que pararle bolas a esas cosas, otros que es imperativo cuidar la piel por las arrugas y tal. Yo creo que no es cuestión de edad ni nada obligado. Pienso que a cada quien le llega el momento de hacer las cosas. La vida te lo enseña, el cuerpo te lo pide o simplemente tomas la decisión. Yo no sé, a mi me ha dado por pensar que así como cuidamos nuestra alimentación, algunos tratamos de reducir el consumo de grasas y carbohidratos, y nos cuidamos las uñas, el pelo, los codos y los talones por qué no pararle bolas también al órgano más grande que tenemos. Ojalá me dure y no sea sólo una fiebre. Ya les contaré.

miércoles, 20 de enero de 2010

Se va, de nuevo

Me viene una temporada diferente a lo que ha sido mi vida en los últimos tiempos. Una época que será a ratos triste, pero que también estará colmada de sueños, metas, ilusiones, planes y proyectos. Sobre todo de una distancia enorme, de una separación obligada y de mucho tiempo para mí. Creo firmemente que siempre lo que pasa es lo mejor. Que hay pruebas que tenemos que superar para ser mejores o más fuertes o menos complicados. Que las despedidas no deben ser tan tristes porque no hay nada mejor que los reencuentros, y que uno se siente muy bien cuando sabe que alguien lo está esperando y lo está extrañando y lo está pensando con la misma fuerza a miles de kilómetros. Por eso he decidido que no me voy a echar a morir. Que voy a gozar lo que hago y no sólo trabajar. Que voy a terminar mi tesis de Maestría. Que voy a disfrutar más a mis amigos. Que voy a leer más. Que voy a cuadrar una cita con esa profesora de técnica vocal que me han recomendado tanto. Que voy a inscribirme en cuanto taller de narrativa encuentre (mañana empiezo el primero). Que voy a hacer ese otro curso de fotografía que estoy persiguiendo desde el año pasado. Que voy a escribir más. Que voy a dudar menos. Que voy a llegar más temprano a la oficina. Que voy a participar en ese concurso que me interesa desde hace tanto tiempo. Que voy a pelear por lo que quiero. Que no voy a olvidar mis sueños. Que igual te voy a extrañar.

lunes, 18 de enero de 2010

Tiempo de reflexión

Mi vida está por cambiar. Estoy en un momento de toma de decisiones importante. Estoy haciendo un análisis de todo lo que he hecho, de lo que estoy haciendo y de lo que quiero hacer. En algunos ámbitos me siento satisfecha, pero en otros no del todo, en otros me siento estancada. Siento que por hacer lo que debo, por pensar tanto las cosas, por aprovechar algunas oportunidades e incluso disfrutar el momento he dejado de lado intereses y proyectos de esos que de verdad nos alimentan como ser humanos y nos hacen parecernos más a eso que soñamos ser. Siento que he dejado de lado las cosas que me apasionan. Que he dejado de perseguir mis sueños. De soñar no, pero de actuar en consecuencia sí. Y no se trata del país, de la política, del Gobierno, no. Se trata de algo mucho más complejo. Se trata de postergar acciones, decisiones e ilusiones. Se trata de decisiones personales que siempre terminan pasándonos factura.

Ahora tengo que tomar una decisión que debo meditar bien, porque tomarla con el corazón o con el estómago parece no ser lo más correcto (como en casi todos los casos). Pero en realidad lo que me provoca es dejarlo todo, salir corriendo (a la mayor velocidad que pueda) e ir tras mi destino, mi mayor sueño. Ir tras el resumen de todos mis anhelos.

miércoles, 13 de enero de 2010

...

La verdad es que soy una persona bastante optimista. Veo el vaso medio lleno en lugar de medio vacío. Aunque esté nublado siempre apuesto por que saldrá el sol. Me río de mí misma constantemente, tal vez para no llorar, y aunque el alma esté destruida trato de no perder la sonrisa. Pero, francamente, en los últimos días se me ha vuelto muy difícil seguir creyendo, mantener la apuesta alta, se me ha vuelto todo un reto el optimismo. Aunque tengo mil razones para pensar que la cosa va por buen camino, el racionamiento de luz, agua, y pare usted de contar, pero sobre todo de voluntades y cerebros me está haciendo perder la fe.

Y es que cómo ver la luz al final del túnel, así facilito, cuando anoche, vía telefónica y por el canal de "todos los venezolanos" escucho al presidente (me ahorro la mayúscula porque no se la merece) diciendo muerto de la risa que le sabe a casabe lo que diga cualquier escuálido (a los que ellos ahora llaman pluscuálidos, vaya a saber Dios por qué), le da plin cualquier análisis serio de la situación del país y de la ineficiencia de los funcionarios porque, finalmente, la oposición no es más que un "tarrito de pupú", una "compota de pupú". Y en ese momento todos mis argumentos en su contra se quedaron congelados por segundos y pensé que definitivamente va importando poco el tipo de cambio, o el cambio del tipo, porque tenemos los gobernantes que nos merecemos, porque somos un pobre y triste pueblo que se acostumbró a que le escupan la cara, le metan el dedo en el culo y todavía le pidan que dé las gracias.

lunes, 11 de enero de 2010

No todo está perdido

Ay! El año pasado fue tan remalo que uno tenía tooooodas las esperanzas en éste que comienza. Pero este país es tan insólito, tan sui géneris que cuando uno cree que ya la cosa no podría ponerse más negra, porque ya está color de hormiga, vienen y te dicen que si antes pelabas bola ahora no se sabe que irás a pelar porque esto se lo llevó quien lo trajo. Tu dinero vale hoy menos de lo que valía hace tres días y aún no se sabe cuál será el impacto real de las locuras que anunció el que te conté hace menos de 72 horas.

Sin embargo, yo he decidido que no me voy a mortificar ni amargar ni desgastar por las consecuencias que todo esto pueda traer, no voy a permitir que mi vida ni mi estado de ánimo se rijan por medidas económicas ni políticas ni anuncios descabellados, yo voy a seguir haciendo mi parte. Voy a seguir trabajando y controlando todas aquellas cosas que dependan de mí sin sufrir por aquellas de las que no me puedo ocupar porque dependen de otros.

Voy a seguir disfrutando de las cosas que me gusta hacer, de las personas con las que me gusta estar, de las risas que me encanta escuchar, de los miles de libros que quiero leer y de todas esas cosas que me encantan y que harían la lista interminable.

Y es que el sábado, en el circo, Oscar (7) y Rodrigo (3...en un mes 4) me demostraron que la vida es demasiado hermosa aunque tenga sus momentos, épocas y hasta décadas malas. Al escuchar sus voces, sus carcajadas y ver sus caras de alegría, de optimismo, de esperanza me di cuenta de que no todo está perdido. Que el futuro nos espera y que esta mala racha va a terminar.

Cómo no estar segura de que todo va para mejor cuando, camino al carro, mi peque querido me mira a los ojos, me agarra la cara y me dice "eres mi amiga del mundo" y me abraza con todas sus fuerzas. Imposible.

En ese momento supe que siempre llega la calma después de la tormenta, que todo pasa y que nada es eterno...sólo el amor.